Doña Juana y su familia habían esperado con ansias nuestra llegada y sin necesidad de indagar, ella empezó a contarnos su historia.
“Tenía miedo de sembrar pues no sabía todo lo bueno que podía hacer con mi terreno. FH nos enseñó cómo trabajar la tierra y hora que tengo mi huerto, les enseño a otras 10 madres de la comunidad cómo sembrar y nos apoyamos para tener nuestras cosechas. Mi cosecha la comparto con mis vecinos que no tienen huerto, pues todo esto no es solo para mi familia, sino para ellos también” dijo con alegría y mucha seguridad.
Con emoción, y un poco de pena por tener sus manos sucias, Doña Juana nos llevó a conocer su huerto mientras nos presentaba a sus hijos y nos contaba sobre lo que ha sembrado: “Brócoli, repollo, cilantro, rábano, apio, zanahoria, acelga, remolacha…he tenido la bendición de Dios, pues todo lo que he sembrado, ha sido muy bueno para mi familia”.
Su bella hija de 7 años, entró a casa para traer una fotografía. Era la prueba de que Doña Juana había cosechado las zanahorias más grandes que habíamos visto, y prueba de por qué estaba muy agradecida con Dios.
“Me siento feliz porque esto representa menos gasto para mi familia, pues cuando necesito alimentos, solo debo ir al huerto”.
Había tanta alegría y tranquilidad en aquel lugar, donde ellos sonreían y disfrutaban de ese pequeño tiempo con nosotros.
Doña Juana no solo cultiva sus propios alimentos, ella cultiva un mejor futuro para ella y su comunidad.
Miles de personas más nos necesitan para tener acceso a los recursos que necesitan para vivir. Cada donación que hagas a Fundación contra el Hambre, apoyará el desarrollo de muchas familias en las comunidades de Alta Verapaz, Huehuetenango y Quiché. No importa si son Q10, Q50, Q100 o Q1,000; lo que tu puedas donar, ayudará a alguien más en necesidad.
Creemos que cuando una comunidad está equipada para cuidar a sus miembros más vulnerables, todos son cuidados y se elimina la pobreza. Por eso que buscamos desarrollar comunidades – enfocándonos en los niños. Uno de los indicadores más importantes de que las familias, las iglesias y los líderes comunitarios están haciendo un buen trabajo, se ve reflejado en el bienestar de sus niños. Cuando equipamos a las comunidades con las herramientas y los recursos que necesitan para cuidar a sus propios hijos, las capacitamos para que inviertan en su propio desarrollo.
